Adiós, Renato. Homenaje del académico José Mansilla a Renato Cárdenas.

Adiós, Renato

Renato Cárdenas Álvarez, Académico Correspondiente por Chiloé, ha partido desde este plano físico. Seguramente habrá zarpado en una lancha con destino a un puerto innominado y únicamente conocido por los navegantes del Caleuche. 

Era una persona que no tenía inconvenientes para compartir sus saberes, un maestro que inculcaba su experiencia,  que transmitía su amor por el patrimonio local y siempre buscaba  motivar a quien estuviera dispuesto en la profundización de la materialidad o inmaterialidad del acervo chilote. Recuerdo que una vez estábamos en su casa de la ciudad de Castro, en los preparativos para viajar a las islas de Caguach y Quenac, y apareció por ahí un compositor de ópera, D. Daniel Catán, de origen mexicano, cuyo interés era tener acceso a libros y publicaciones sobre Chiloé  y la Patagonia pues su fin era crear una obra sobre estos parajes y habitantes. Renato le respondió que más que leer textos, importaba conocer a quienes protagonizaban los hechos de la cultura y, acto seguido, le invitó a nuestro periplo.

Tempranamente supo que su terruño era el lugar desde donde podía ser feliz y que el bagaje cultural estaba en sus vecinos y vecinas de toda la comarca. Y entonces diseñó una propuesta de valorización de las comunidades y de sus quehaceres. Venía influenciado por sus aprendizajes en la Universidad y especialmente por el escritor e investigador José María Arguedas, quien había desarrollado estudios de las sociedades  peruanas. Escuchándole, se dio cuenta de que en Chiloé estaba todo aquello que mencionaba o ejemplificaba este profesor.

Adonde iba,  trasmitía a su auditorio el amor por Chiloé y entusiasmaba a quienes, estando lejos, recuperaban en sus palabras los vínculos que les eran propios, y eso, porque eran descendientes de alguna familia chilota. Así lo hizo en la Patagonia Argentina, en Punta Arenas o en Coyhaique, porque sabía que su territorio se había extendido mucho más allá y que hombres y mujeres, con sus dolores y sacrificios, poblaron otras tierras,  aprendieron de otras comunidades y guardaron celosamente en sus casas las costumbres traídas desde el archipiélago mágico.

Desde la perspectiva lingüística, escribió diccionarios: Chiloé, Diccionario de la lengua y la cultura, en el que describe y explica aquellas voces de distinta raigambre usadas en esa zona; el Diccionario chilote mapuche,  que contiene el léxico en mapudungun hablado en las provincias de Llanquihue, Chiloé y Palena; El libro de los lugares de Chiloé, donde registra una notable colección de topónimos con su etimología respectiva. En Chiloé: botánica de la cotidianidad, propone una visión sobre las plantas en su entorno natural y sus aplicaciones: curativas, mágicas, alimenticias, tintóreas, madereras y artesanales. En otras temáticas, escribió textos para relevar el pensamiento mágico y la mitología popular; la papa como sustento primordial, las yerbas medicinales, las preparaciones alimentarias, la historia de Los chono y los veliche de Chiloé, sobre Moros y cristianos en Chiloé o Caguach, isla de la devoción: religiosidad popular de Chiloé.  Se trata de contribuciones que abordan latamente la sabiduría popular de Chiloé y que no se alojan en archivos o en crípticas publicaciones, porque buscaba realizar actos de devolución de estos saberes  a  sus propios depositarios y que a su vez, paulatinamente, se fueran convirtiendo en comunicaciones amplificadas para dar cuenta de una región  riquísima en tradiciones.

Igualmente se caracterizaba por el notable conocimiento que poseía de todas las iglesias, aquellas que se encuentran asentadas en distintas localidades de la provincia. Bastaba con entrar a una de ellas para que, naturalmente, Renato desplegara su abanico de relatos, desde su origen o fecha de construcción, la historia de los santos o el tipo de madera que contenía. 

Por cierto, también hubo dolores, de los que poco quiso hablar. Allí en las oscuridades de una embarcación de la Marina Chilena, se vio perplejo y acongojado, especialmente cuando supo junto a otros compañeros, que iban con destino a Pisagua, en el norte de Chile. Sus ojos y su corazón se constreñían cada que vez que recordaba el aciago actuar de estos hombres que, según dijeron, cumplían con su “deber”…

Su ausencia nos deja una tristeza profunda, porque le conocíamos y por el afecto que supo prodigar a muchos de nosotros, pues  era un ser humano altamente generoso y solidario. Es cierto que nuestras conversaciones se interrumpieron, pero continuarán en la memoria de todos los que quedamos en esta orilla. Muchas gracias, Renato, por las luces con que encendiste el camino para que apreciáramos  y valoráramos las culturas populares de Chile.

José Mansilla Contreras.
Académico Correspondiente por Coyhaique.
Coyhaique, abril de 2022.